¿Cuándo saber si necesito ir a terapia?
No hace falta esperar a “estar muy mal” para pedir ayuda. La terapia no es solo para momentos de crisis, también es una herramienta poderosa para conocerse mejor, ganar claridad emocional y tomar decisiones desde un lugar más consciente.
Ahora bien, tampoco se trata de buscar ayuda por cualquier malestar cotidiano. Parte del sufrimiento forma parte de la vida: sentir tristeza, incertidumbre o frustración ante ciertas situaciones es natural, y no siempre requiere intervención profesional. Aprender a convivir con esas emociones también es clave para el bienestar personal.
Sin embargo, si el malestar se vuelve persistente, interfiere en tu día a día o te sientes atrapado en patrones que se repiten, puede ser el momento de iniciar un proceso terapéutico. Algunos ejemplos:
- Ansiedad o tristeza que no cede con el tiempo.
- Dificultades para dormir o concentrarte.
- Relación complicada contigo mismo o con los demás.
- Sensación de estar desconectado/a o sin rumbo.
La terapia no elimina los problemas de la vida, pero sí puede darte las herramientas para enfrentarlos con mayor equilibrio y bienestar emocional. ¿Te identificas con alguna de estas situaciones?